Nuestra Naturaleza
Capitulo
XI
del libro "La costrucción"
Nuestra naturaleza
“La fábula de la rana y el escorpión”
Había una vez una
rana sentada en la orilla de un río, cuando se le acercó un escorpión que le
dijo:
—Amiga rana, ¿puedes
ayudarme a cruzar el río? Puedes llevarme a tu espalda…
— ¿Que te lleve a mi
espalda? —Contestó la rana—. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi
espalda, sacarás tu aguijón, me picarás y me matarás. Lo siento, pero no puede
ser.
—No seas tonta —le
respondió entonces el escorpión—. ¿No ves que si te pincho con mi aguijón te
hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?
Y la rana, después
de pensárselo mucho se dijo a sí misma:
—Si este escorpión me pica a la mitad del río, nos ahogamos los dos. No
creo que sea tan tonto como para hacerlo.
Y entonces, la rana
se dirigió al escorpión y le dijo:
—Mira, escorpión. Lo
he estado pensando y te voy a ayudar a cruzar el río.
El escorpión se
colocó sobre la resbaladiza espalda de la rana y empezaron juntos a cruzar el
río.
Cuando habían llegado a la mitad del trayecto,
en una zona del río donde había remolinos, el escorpión picó con su aguijón a
la rana. De repente la rana sintió un fuerte picotazo y cómo el veneno mortal
se extendía por su cuerpo. Y mientras se ahogaba, y veía cómo también con ella
se ahogaba el escorpión, pudo sacar las últimas fuerzas que le quedaban para
decirle:
—No entiendo nada…
¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir.
Y entonces, el
escorpión la miró y le respondió:
—Lo siento ranita.
No he podido evitarlo. No puedo dejar de
ser quien soy, ni actuar en contra de mi naturaleza, de mi costumbre y de otra
forma distinta a como he aprendido a comportarme.
Y poco después de
decir esto, desaparecieron los dos debajo de las aguas del río.
Fin.
Cualquier bestia o
animal, actúa y reacciona de acuerdo a su naturaleza, eso es obvio. Pero el
civilizado hombre, en ocasiones actúa peor que cualquier especie. El hombre
desconoce su verdadera naturaleza y le han implantado una totalmente opuesta a
su realidad natural.
Lo han desconectado
de sí mismo, sometiéndolo a vivir bajo sistemas y normas sociales, que nada
tienen que ver con su verdad y propósito como humano. De ahí, que aunque
conquiste y haga realidad todos los sueños por los que le han dicho que tiene
que luchar, siempre sentirá en él, un hueco existencial y un desaliento
interior…
Y así, se somete el
hombre a vivir acorde a como lo dictan dichas normas y sistemas tediosos y
esclavizantes. Y entre todo ello, busca ser
feliz… entregándose a los placeres que le ponen las normas sociales como la música, televisión, deportes, el
baile, alcohol, comida etcétera. Experimentando placeres que solo traen dolor y
arrepentimiento, pero que se los hacen ver como “momentos felices”.
No se advierte el
hombre de su estado precario de vida, porque está rodeado de lo mismo. Todos se
mueven al vaivén de lo aprendido, y no
son capaces de ver las ataduras normativas que los someten a ello.
Han circundado al humano en un estado
totalmente antinatural. Y lo motivan más a escuchar todo tipo de información
negativa. Y de ello, lo llenan los noticieros chismosos de la radio la prensa y
la televisión. Y busca éste, -por su cuenta- dicha información por cualquier
medio; convirtiéndose él mismo en portador solo de malas noticias, porque son
las que más impactan. Y cuando éste las comunica, se considera “bien
informado”. ¿Pero cómo se puede considerar esto “bien informado”, cuando de lo
que se llenan es solo de mala información? Es decir, convierten al hombre en un
ser chismoso, mentiroso, miedoso, morboso, y lo llenan de ignorancia. Sin
embargo, lo sensibilizan para hacerlo sentir un ser bueno cuando éste hace
algún favor, o asiste a su culto religioso. Lo motivan a que se sienta
orgulloso por cualquier cosa sin sentido. (Nacionalidad, patria, bandera,
religión, selección deportiva, medallas para su país, triunfos de compatriotas
en el extranjero o de su equipo de futbol etcétera)
Les promueven a
través de los medios de comunicación -y como un modelo de vida a seguir- las
modas, las expresiones vulgares entre las personas, la violencia, el robo y
como robar, asesinatos, suicidio, las guerras, los celos, adulterio, las
adicciones, creencias religiosas, asco, la ira, el racismo etcétera. Esto es
ignorancia total, pero que les hacen creer que eso es la vida…
Alejado el hombre de
su naturaleza, ya no dice… Padre nuestro que estás en los
cielos… sino que se ha dedicado a seguir y a llenarse
del dios dinero que está en la tierra.
Ya no santifica el nombre de Dios con la pureza e
inocencia del espíritu, porque lo han apartado de ÉL. Y ha olvidado a Dios,
porque lo han llenado de placeres mundanos. Arrebatándole el oro del espíritu,
y se le ha entregado a cambio, el becerro de oro. (Todo lo hecho por manos de
los hombres)
Ya no clama ¡Venga a nosotros tu
reino! Porque
le han acostumbrado a vivir entre el dolor y el sufrimiento, y sus guías
religiosos le han engañado diciéndole, que es ese el camino para llegar a Dios,
y lo mantienen ahora a cada cual, creando y viviendo en su propio infierno.
Ya no dice: que se haga tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Y
se ha empeñado éste, a querer hacer su propia voluntad, dedicándose a perder la
vida detrás de un sueño. Y es que la voluntad del Dios verdadero, es toda
perfección, y el humano se resiste a ello. Creando así, un mundo ajeno a la
voluntad del Verdadero Dios, y formado por los caprichos del hombre ignorante
de la verdad del espíritu.
Ya no pide con
humildad: Danos hoy nuestro pan de cada día. Porque
al hombre le han enseñado, a que no sea conformista. Y vive compitiendo y luchando
éste, para asegurar su futuro incierto, porque busca tener plena seguridad de ello, como si su
vida en la tierra, fuera ser eterna…
Ya no clama: Perdona nuestras ofensas.
Puesto que los culpable son todos, menos él.
Tampoco dice: Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y prefiere
decir “éste me la hace, y éste me la paga”.
Ya no pide al padre:
No nos dejes caer en tentación.
Pues no solo cae, sino que el solo se lanza en busca de ellas.
Lo que si puede
pedir es: Líbranos del mal. Ya que el humano, se ha
convertido en un manojo de miedos. Y no se da cuenta que con ese hecho, está
lleno de males. Y el padre no lo podrá liberar, en tanto éste, no se haga
consiente de esa realidad. De hecho, solo cuando está en oprobio, es cuando
clama a Dios.
Viviendo de manera
antinatural, no será posible la paz en el corazón humano. Porque solo actúa en
su vida de manera reaccionariamente instintiva, y no de forma consiente. Y eso,
ha convertido al hombre en el animal más fanático y violento de la tierra.
Navegando sobre las
aguas borrascosas de la existencia humana, viaja el hombre motivado por la envidia,
empujado por la codicia, y justificando no ser conformista
se hace capaz de cualquier locura que desea alcanzar. Y todo ello, le hace
olvidar e ignorar, -y lo peor- que ni siquiera le interesa saber, cuál es su
verdadera realidad natural como hijo del Dios verdadero, y no como el dios
ciego y sordo que éste sigue, hecho a su imagen y semejanza.
Se cubre con hojas
de higuera para no ver su desnudes, pero éste piensa que se cubre de oro plata y sabiduría para servir y adorar a Dios.
Mas no se da cuenta que está adorando al dios que lo tiene expulsado del
paraíso. Paraíso, el cual conquistaría, si éste volviese a su estado de dulce
inocencia; y no se espantaría ni tendría miedo ni vergüenza de andar desnudo.
Pero por vergüenza a su desnudes, prefiere cubrirse con hojas y hojas de libros
universitarios o de cualquier índole; hojas de higuera con las que cubren su
desnudez, pero ignoran que no conocen, y se cierran para sí, las puertas de
regreso a su inocencia, porque envueltos en su soberbia sabihondez, se
convierten en ciegos y sordos para el Dios del espíritu, pero muy prestos para
el falso dios mental, el cual se convierte en la piedra que no les permite
resucitar de entre los muertos y abandonar su santo sepulcro.
Más a éste humano,
le hacen creer que lo que el mundo le propone como conocimiento, es lo mejor
para él. Por lo tanto, le fascinan los
títulos, los honores, los diplomados, los halagos que cubren de etiquetas a su
orgullo, y camina henchido de falsa humildad.
La noche de la
ignorancia -como a Nicodemo- lo cubre; mas éste, lleno de chispeante
intelectualismo, se piensa sabio. Y esa obscuridad, se expande sobre toda la
humanidad, y entre esa obscuridad, se llena al humano de falsos valores,
cayendo el hombre en el engaño de las tentaciones del desierto.
Más la ignorante
obscuridad, no puede cubrir nada, porque la luz no tiene nada que ocultar. Y la
misma luz, nos muestra a la ignorante obscuridad, porque cuando la ignorancia
se reconoce a sí misma, ésta se hermana con la luz, y se convierte en
sabiduría, porque es en la obscuridad, donde solo puede brillar la luz.
Y dijo Jesús: Yo, para juicio he venido a este
mundo, para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. Y algunos de
los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Somos nosotros
también ciegos? Les dijo Jesús: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero
ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece. JUAN 9:35-41
Apágate entonces
ahora hermano, apártate de la falsa luz con que te cubres, y prefiere
convertirte en ignorante; para que comience a brotar de tu obscuridad el
conocimiento de ti. El conocimiento de sí mismo es ignorancia para el hombre,
porque el hombre es ignorante de Dios, porque es ignorante de su propio saber.
Tú no eres como el
escorpión del cuento, tu, si puedes cambiar, puesto que tu naturaleza real, es
Divina. En ti está el germen divino y eterno. Reconoce ese hecho, y vuélvete
hacia ti mismo en busca de lo divinal. Abandona las falsas glorias que el mundo
te ofrece. Porque en verdad te digo, que todo ello es un sinsentido. Oriéntate
hacia tu propio encuentro, y recuperaras el paraíso perdido, conquistando tu
verdadera naturaleza espiritual.
No pretendas el
saber del mundo, porque es ignorancia plena de lo eterno e inmutable. Si
quieres cambiar tu vida, no te aferres a las vanidades de los humanos ni a las
mentiras que te ponen como modelo a seguir, porque eso te lleva a vivir de
falsas ilusiones, y las ilusiones, te sumergen en el sueño del cual ya debes
despertar.
Ya no actúes en
contra de tu naturaleza, abandona tus hábitos y costumbres aprendidas, porque
ello te hace ser una persona solo reaccionaria, más no consciente; enfócate a vivir en libertad, abandonando
todo lo aprendido.
Vuelve a ser aquel
niño que fuiste para que recuperes tu inocencia, porque es de los niños el
reino de los cielos.
Oh
pueblo mío, los que te guían te hacen errar y tuercen el rumbo de tus caminos.
Isaías 3:12
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